En el año 2007, dos amigos llegaban desde Argentina en búsqueda de un cambio de vida. Tulum era un pueblo muy pequeño y rústico, pero con una magia diferente.
Para ganarse la vida, fabricaban mermeladas en la cocina de la casita que alquilaban en el pueblo y salían cargados en busca de ride que los llevara hacia la zona hotelera a ofrecer sus productos a los pocos restaurantes y hoteles que había. Uno de ellos era un pequeño y sencillo restaurante que existía desde el año 1998, llamado Casa Banana.
En las sucesivas visitas al lugar y en medio de la crisis por la fiebre porcina, se enteraron que Casa Banana estaba a punto de quebrar, pero ellos sintieron el potencial que había allí. Así fue cómo se ofrecieron para hacer una noche de comidas al fuego, parrillando algunos cortes de carne y recreando lo que para ellos era la experiencia de comer un asado en familia, tal como lo vivían en sus casas desde niños.
La gente pasaba en el auto, veía el fuego y frenaba. Y así, el éxito inmediato hizo que poco a poco se fueran sumando mas noches hasta que construyeron una verdadera Parrilla Argentina, y utilizaron el fuego, el humo y la madera como el alma de todos sus platillos. Cortes argentinos de excelencia, pescados y mariscos del lugar y muchas opciones vegetarianas eran parte de la propuesta, ellos querían llevar su cultura al lugar donde soñaban quedarse.
Tulum y Casa Banana fueron creciendo juntos de la mano. Él estirón se dio muy rápido y tuvieron que acompañar esa especie de explosión fenomenal que se dio en este rincón del mundo con mucho esfuerzo y sacrificio para estar a la altura de las circunstancias.
Pasaron muchas cosas entre medio. Al igual que una banda de rock, el éxito llega de la mano de conflictos y diferencias entre sus integrantes, y en algún momento se produce un quiebre. Este quiebre les impidió continuar en la locación original, y así, cada uno siguió su camino. No fue fácil, pero todos aprendieron mucho. “A veces tanto fuego te termina quemando y luego hay que volver a nacer desde las cenizas”.
Uno de ellos decidió redoblar la apuesta. Desde cero, reconstruyó Casa Banana a pocos metros de la locación anterior, donde hoy sostiene su éxito y es reconocido como una parada obligada para cada uno de los visitantes del lugar.
Con el apoyo y respaldo de un distinguido equipo, el restaurante sigue manteniendo su esencia, creando una atmósfera que nos traslada al Tulum de los comienzos. Fieles a la importancia de los sabores, perfeccionaron aun más la propuesta, convirtiéndolo en uno de los sitios mas concurridos y prestigiosos del lugar.